Traducimos la nota publicada el 21 de marzo 2020, en la página 18 del “New York Times”, el reconocido periódico de Estados Unidos.
Título: Una cantante de ópera pasa de tenor a soprano y su carrera despega
A María Castillo De Lima le iba bien, con una codiciada plaza en un renombrado teatro argentino. Pero su transición la convirtió en una estrella.
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María Castillo De Lima, cantante del principal teatro de ópera de Argentina, había convertido lo que comenzó como un personaje drag en una identidad permanente en 2014.
Pero en el escenario del Teatro Colón de Buenos Aires, donde tiene un codiciado papel en el coro permanente, se esperaba que María Castillo De Lima entonara notas en el rango de tenor para el que había hecho una audición en 2010.
“Todavía era tenor, lo que me generó cierta angustia, al tener que ensayar junto a hombres”, dijo Castillo. “Teniendo en cuenta que yo era mujer, sobre el papel y en la realidad, se creaba una contradicción”.
Durante años, nadie en el teatro parecía dispuesto a abordar esa incongruencia.
Mientras que las personas transgénero en Argentina han disfrutado de amplias protecciones legales contra la discriminación desde 2012, no había precedentes en el Teatro Colón para dar cabida a una cantante que quería dar un salto vocal poco común.
“Hubo resistencia”, dijo en una entrevista María Victoria Alcaráz, directora del teatro. “En instituciones tan antiguas y tradicionales como el Teatro Colón se tiende a hacer las cosas como siempre se han hecho”.
Conseguir que el teatro cediera llevó años de tenaz entrenamiento, un extraordinario registro vocal y una actuación espectacular el año pasado que impulsó la carrera de la Sra. Castillo, convirtiendo a una consumada cantante lírica en una estrella que ha sacudido el anquilosado panorama de la época.
Por sus antecedentes, la Sra. Castillo, de 34 años, parecería haber sido una estrella de ópera poco probable. Pero persiguió su sueño desde muy joven.
Nació en una pequeña ciudad a las afueras de São Paulo, de madre brasileña que se ganaba la vida limpiando casas de gente rica y padre argentino que trabajaba en la construcción. Durante su infancia, la familia pasó de un país a otro según iban surgiendo oportunidades de trabajo.
“Fue una infancia austera, pero nunca me faltó de nada, y mis padres siempre se aseguraron de que tuviéramos lo esencial: educación y comida”, dice Castillo, la mayor de tres hermanos. “Nos dejaron claro que para salir adelante teníamos que estudiar”.
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El hecho de haber crecido en la pobreza no disuadió a la Sra. Castillo de seguir una carrera musical. A los 14 años se matriculó en el Conservatorio de Música Gilardo Gilardi de La Plata (Argentina), cerca de Buenos Aires.
Durante sus primeros años en el conservatorio, una institución pública donde estudiaba gratuitamente, Castillo se formó como pianista. Pero pronto encontró su vocación en el canto lírico.
A los 15 años escribió la primera de sus tres óperas, una pieza de Bel Canto titulada “Liria”, que narraba la historia de una mujer que predice el futuro interpretando sus sueños. La historia se inspiraba en la fascinación de toda la vida de la Sra. Castillo por los sueños, tanto los aspiracionales como los involuntarios.
“A veces tengo sueños que luego, de alguna manera, se convierten en realidad”, afirmó.
La cantante dijo que había aprendido con los años a escuchar los mensajes y percepciones que surgían en los estados oníricos. “Aunque a veces parecen subjetivos al principio”, dijo, “más tarde adquieren una forma objetiva”.
Cuando su estancia en el conservatorio llegó a su fin, el sueño de la Sra. Castillo se hizo cristalino: quería trabajar como cantante de ópera profesional.
En 2008, tuvo su primera gran oportunidad: consiguió un trabajo como tenor en el coro permanente del Teatro Argentino de La Plata, un teatro de ópera muy bien considerado.
Fue una hazaña inusual para una joven de 22 años, dijo Castillo, señalando que la mayoría de los cantantes principiantes tenían 30 años o más. “La voz de un tenor tarda mucho tiempo en desarrollarse, en madurar”, dijo.
Dos años más tarde, se incorporó al coro permanente del Teatro Colón, imponiéndose a cientos de aspirantes de todo el mundo que se presentan a las audiciones cada vez que aparecen vacantes.
El logro llenó de orgullo a la Sra. Castillo, pero cuando se instaló en Buenos Aires y empezó a actuar con cantantes de talla mundial en el teatro dorado, sintió que algo fallaba.
Lo descubrió una noche de diciembre de 2011 en la Ratonera Cultural, un teatro alternativo donde Castillo debutó como travesti, interpretando a María Vkallasova, una diva rusa.
El público de aquella noche, incluidos algunos colegas del Colón, se sobresaltó cuando escuchó a Castillo alcanzar notas altas en el registro de soprano dramática sin esfuerzo y sin recurrir al falsete.
“Entonces era algo lúdico”, dijo. “Pero la gente se sorprendió”.
Poco a poco, los rasgos de María Vkallasova, que tenía una personalidad descarada y juguetona, empezaron a colarse en la vida de Castillo fuera del escenario.
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“Me gustaba medir la reacción de la gente en el mundo de la lírica, que puede ser muy rígido”, explica. “La gente empezó a acostumbrarse, sobre todo al darse cuenta de que se trataba de un cambio genuino”.
En marzo de 2012, Argentina aprobó una ley que otorga fuertes protecciones contra la discriminación a las personas transgénero. Esto animó a Castillo a iniciar su transición social.
En 2014, la Sra. Castillo cambió el marcador de género en sus documentos oficiales, la culminación de una transición que, según ella, nunca fue terriblemente angustiosa.
“No miro ese pasado con dolor”, dijo. “Lo veo como un periodo que me ayudó a construir lo que soy hoy, personal y artísticamente”.
La Sra. Castillo no se sometió a terapia hormonal, por temor a que hacerlo pudiera alterar su voz. Pero siguió entrenándose incansablemente para dominar el registro de soprano.
El pasado mes de marzo se presentó a un concurso internacional de canto lírico en la provincia occidental de Mendoza, una gran oportunidad para demostrar lo lejos que había llegado como cantante.
Eligió dos desafiantes canciones en el registro de soprano dramática: “La Mamma Morta”, de la ópera “Andrea Chénier”, de Umberto Giordano, y “Pace Pace Mio Dio”, de “La Forza del Destino”, de Giuseppe Verdi.
Entre el público se encontraba la Sra. Alcaráz, directora del Teatro Colón, que hasta entonces sólo conocía a la Sra. Castillo como tenor. A los pocos segundos de la actuación, la directora quedó deslumbrada y sorprendida.
“Era la primera vez que la oía como soprano”, dijo Alcaráz, que describió el registro de Castillo como extraordinariamente inusual para una cantante lírica. “Sentí cierta culpa por no haberla escuchado antes y por no haber hecho algo antes”.
La Sra. Castillo quedó segunda en el concurso, y poco después la Sra. Alcaráz reunió a un equipo de abogados, gerentes y directores artísticos del teatro para encontrar la manera de que la Sra. Castillo pudiera hacer el cambio a soprano en el coro.
Varios funcionarios expresaron su preocupación por el precedente que sentaría ese cambio. Pero la Sra. Alcaráz insistió en encontrar la manera.
En pocas semanas, el equipo de la Sra. Alcaráz elaboró una política que permitía a cualquier cantante solicitar un cambio de registro, y la Sra. Castillo fue clasificada formalmente como soprano .
Ese cambio, que desde entonces ha permitido a tres cantantes cisgénero del Colón solicitar cambios de registro, provocó una oleada de noticias sobre la Sra. Castillo. La ciudad de La Plata, donde comenzó su carrera, la homenajeó el pasado julio como figura ejemplar de las artes.
Castillo ha coprotagonizado durante las últimas semanas un espectáculo en la ciudad costera de Mar del Plata, donde su actuación ha sido aclamada por la crítica.
En uno de los momentos más memorables, la Sra. Castillo canta el papel masculino en una famosa canción de “La Traviata” y luego retoma sin problemas el papel femenino, un cambio que deja boquiabierto al público.
La Sra. Castillo dice que en la actualidad sólo se atreve con el registro de tenor, pero que haber pasado por la vida como mujer y como hombre le seguirá reportando dividendos.
“Me ha dado una visión de 360 grados de las sensaciones que experimentamos los seres humanos”, dijo. “A la hora de aplicarlo artísticamente, es fantástico”.
El periodista que entrevistó y exhibió al mundo esta historia de vida es Ernesto Londoño es el jefe de la oficina de Brasil del New York Times, con sede en Río de Janeiro. Anteriormente fue editorialista y, antes de incorporarse a The Times en 2014, colaboró con The Washington Post.
Una versión de este artículo aparece impresa el 21 de marzo de 2020, sección A, página 18 de la edición de Nueva York con el titular: La transición de un cantante de ópera a un nuevo género, y a un rango vocal más alto.
“No miro el pasado con dolor. Lo veo como un período que me ayudó a construir lo que soy hoy, personal y artísticamente”, en mi transformación desde el punto de vista personal con mi identidad”
María Castillo De Lima